En el mar Mediterráneo, a unos 20 km de Alicante y a sólo ocho del puerto de Santa pola se encuentra TABARCA. La isla cuenta con menos de un centenar de habitantes fijos, aunque durante el verano miles de turistas visitan sus playas. El territorio es muy pequeño y se caracteriza por su relieve plano, con una altitud máxima de 15 m sobre el nivel del mar. La geografía llana de TABARCA juega un papel esencial en la historia del faro. A causa de su poca elevación, la isla era casi invisible para las embarcaciones que debían dar un gran rodeo cuando se dirigían al puerto de Santa pola por temor a encallar en ella.
Así fue como en 1850 se puso en marcha al proyecto de construir un faro. Éste serviría para identificar la isla y como luz de costa, con el objetivo de evitar los accidentes. El faro se construyó bajo las órdenes del ingeniero Agustín Elcoro, en el punto más elevado de la isla y se inauguró el 1 de junio de 1854.Dos torreros se destinaron a su cuidado. En los comienzos, la maquinaria del primer faro oficial en las costas alicantinas funcionaba con aceite de oliva y una lámpara mecánica de relojería. Con el paso de los años se fueron sucediendo las modificaciones, la primera de ellas en 1916 al ponerse en marcha el alumbrado por incandescencia de vapor de petróleo.
En 1943 la administración ordenó su cuidado al torrero de Santa pola. Deshabitado, el faro entró en un periodo marcado por el deterioro y la decadencia. En 1971, ya en estado ruinoso, la torre fue sustituida por una nueva que se levantó. A ella, con una linterna cilíndrica de 1,75 metros y de óptica catadióptrica de 400mm de distancia focal. Las dos torres convivieron hasta 1988 cuando se demolió la más moderna y se volvió la vista al viejo faro, que fue restaurado. En la actualidad, el faro de TABARCA está al cuidado del torrero del faro de Santa pola.
